Exposición temporal

 

Cristino de Vera. Variaciones mínimas

LM Arte Colección inaugura el 8 de marzo de 2024 la exposición temporal “Cristino de Vera. Variaciones mínimas”. La muestra exhibe una selección del amplio e importante corpus de piezas que LM Arte Colección atesora de este artista, que permiten repasar en su conjunto más de seis décadas de su trayectoria –desde los años cincuenta hasta principios del siglo XXI–, y que establecen aquí un diálogo interpretativo con el tiempo de sensación estática y la reiteración inexacta que plantea el pintor en su obra, a modo de variaciones mínimas en torno a unos mismos temas.

Reconocido como uno de los creadores más destacados del panorama nacional de la segunda mitad del siglo XX, Cristino de Vera (Santa Cruz de Tenerife, 1931) ha construido a lo largo de su trayectoria una iconografía tan personal como austera, en la que el sentido poético y la belleza se encuentran continuamente presentes. Luz y símbolo son los dos factores sobre los que establece las señas de identidad de su pintura, una luz que emana del interior de los elementos conformadores del sistema iconológico de su obra, generando una equivalencia simbólica. De igual modo, la particular técnica pictórica que emplea, participa en la producción de un ambiente sereno e inquietante, concebido mediante la yuxtaposición de pequeñas manchas con las que juega a una suerte de peculiar puntillismo –sin en realidad ser tal–, que le permite mantener abierta la línea imprecisa que separa a la figuración de lo abstracto cuando se activa el ejercicio de la síntesis. Con todo ello, su obra hace patente los más sencillos objetos cotidianos espiritualizados, al circundarlos de un aura que promueve una señal de trascendencia.

Pero es en realidad la muerte la principal constante que marca el camino de su obra, y que, como también en su vida, y ya desde su infancia, transcurre cual sombra que lo acompaña inseparable, desgranando una serie de componentes iconológicos que se repiten, y son sometidos a la indagación profunda en torno a la vanitas clásica, resaltando lo perecedero y el final de toda existencia. Símbolos habituales en la pintura española de los siglos XVI y XVII, en especial la de Zurbarán y Murillo, que el artista conoció a fondo durante sus visitas al Museo del Prado en Madrid, ciudad en la que estableció pronto su refugio.