Diario de Avisos – Reseña de Pedro González

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LM Arte Colección, en la calle Obispo Rey Redondo, 32, en La Laguna, inaugura mañana jueves (19.30 horas) Pedro González: de los icerses al cosmoarte, una muestra de más de 30 obras del artista tinerfeño (La Laguna, 1927-2016), procedentes tanto de colecciones privadas como de la colección de Luz Marina Lorenzo (artífice de este espacio), que aporta 19 piezas. Algunos de los trabajos que se podrán contemplar hasta el 11 de junio no han sido expuestos desde hace más de 50 años y hay otros que nunca hasta ahora han sido exhibidos. A ello se unen catálogos y otras publicaciones.

Trece años después de la anterior individual dedicada al artista en La Laguna (de la que fue el primer alcalde del actual periodo democrático), LM Arte Colección produce este proyecto, comisariado por el director del centro, Eliseo G. Izquierdo, poniendo el foco en el periodo más destacado de uno de los creadores clave en el panorama cultural canario de la segunda mitad del siglo XX.

Durante los años sesenta del siglo pasado, detallan desde LM Arte Colección, Pedro González afrontó una profunda investigación teórica y plástica, en parte ya anticipada en los lienzos, monotipos y dibujos realizados a finales de los 50, poco antes de su regreso definitivo a Tenerife desde Venezuela. Espacio, línea y forma se imponían como elementos vertebradores de su nuevo lenguaje, que luego reinterpretó como constante en la amplia sucesión de series que iría desarrollando durante las décadas siguientes.

Fruto de esa indagación surgió, entre los años 61 y 63, la poética esencial del icerse, inquietantes volúmenes cuya denominación remite a lo geográfico (Icerse es una zona de Candelaria donde el pintor había adquirido una finca), pero que bucean en la abstracción de la forma, en la masa que ocupa el espacio complejo del lienzo liberada de referencia alguna. Luego, a partir de la mitad de los sesenta, y tras haber sido uno de los iniciadores del importante proyecto que supuso el grupo Nuestro Arte, aquellas manchas grises de los icerses, esas pinturas “al borde del silencio” (como las describió José Hierro), se ven paulatinamente transformadas con la incorporación de gruesas pinceladas que dibujan una suerte de seres, acaso esqueletos incompletos que habitan sus cosmoartes; indagación pictórica que González extenderá durante más de 20 años y en la que incorporó nuevas soluciones compositivas, de color y de aprovechamiento de las veladuras, así como su interés por el barroco y, en general, por la historia del arte.

Treinta años más tarde de su primera exposición dedicada a los icerses, Pedro González se reencontraría con ellos hacia el año 1992, desarrollando entonces una serie de icerses-construcción, y volvería luego a reinterpretarlos años después, aunque, en realidad, esa mancha flotante semitransparente del icerse se mantuvo en prácticamente toda su obra como forma vertebradora, ya fuera en cuerpos, mares, bosques o bodegones, explican desde el espacio lagunero.